De pequeña mi madre me enseñó a caminar, los números, los colores, cada
uno de los nombres de mi familia, también me enseñó que para ser feliz
no necesitaba muchas cosas, solo un par de muñecas y podía pasar toda la
tarde entre risas, a veces no necesitaba a otra persona con la que
jugar, podía jugar yo sola. Fui creciendo y viendo el mundo de otra
manera, ya no era todo perfecto como antes, comenzaban los problemas,
los amores, las traiciones por parte de amigos y amigas... mi madre el
único consejo que me daba es que no quitara la vista de enfrente y que
las lágrimas solo me impedían ver el camino. Tiene razón. Ahora he
decidido ver las cosas con una sonrisa, me prometí a mí misma que no
volvería a llorar, de momento estoy cumpliendo mi promesa, y todo me va
mucho mejor, veo las cosas claras, aunque a veces me equivoco, sé que
otras acierto. Y así es mi mundo ahora, así que lo siento, pero no serás
el motivo por el cual rompa mi promesa.
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